Por: Anuar Bolaños
La mañana cautelosa y blanda
El fado meloso de Lisboa arrullando los quehaceres.
La mascota que lo sigue en lugar de su sombra
Los atuendos que combina por instinto cada día.
El café negro que toma hora tras hora
La costumbre de contemplar el desvanecimiento de la tarde
La melancolía alegre de tomar un libro en la noche
La charla silenciosa que sostiene con sus recuerdos
Las frases ingenuas que apunta en su libreta
La mirada atónita al comprender que el amor miente
La fotografía de la mujer que empieza a deja de amar
La humedad en sus ojos por el espíritu salvaje del mundo
El gesto férreo ante la adversidad
El silencio precavido impuesto por los tropiezos de la vida,
las dudas y la fe,
su soledad sin ruido y las palabras con que ruega…
Todo esto compone el inventario de sus días.